Sueños, vidas, familias, una ciudad dividida en dos por un muro de hormigón.
Hace 25 años, para 26 que la caída del Muro de Berlín dio vida a un nuevo amasijo de esperanza para aquellos desolados héroes que sobrevivieron a tal inhumano acto.
Caminas por las calles de Berlín y hueles en el ambiente la historia, ves como el suelo sigue marcado por donde fueron los cimientos de los muros. Como siguen con sus nuevas vidas pero sin dejar ausencia de su pasado.
Respiras profundamente y la pena es la que te invade. Preguntas que no tienen respuesta. Actos que no entiendes sus consecuencias y vidas que no tienen el valor que se merecen.
Pero, no hablamos de catástrofes naturales o situaciones que el ser humano no pueda controlar. Es mas, todo lo contrario, somos nosotros mismos los que juzgamos quien debe vivir y como debe hacerlo. El ser humano es el peor enemigo de uno mismo. Creamos guerras, permitimos que la gente sufra, consentimos masacres y barbaries… y finalmente, cuando miles de muertes son las que titulan el telediario… simplemente miramos sin ver. Estamos anestesiados…
Y no nos diferenciamos de tanto de esos países que sufren guerra, simplemente hasta el momento no interesamos, pero quien sabe mañana… y entonces, seremos noticia de diarios en otros países… y entonces, no harán nada, de igual forma que hoy sentados vemos sin hacer, lo que a nuestro alrededor se abalanza.
Ali